Esta semana leía un interesante artículo en el periódico El Mundo que recogía algunas orientaciones de expertos en educación a cerca de la conveniencia o no del uso del movil por nuestros niños y niñas y como enfrentarnos como padres a esta realidad. Los consejos me parecen interesantes y por eso quiero compartirlos:
El uso, lo más importante. Depende del uso que se haga, un dispositivo móvil favorecer u obstaculizar el desarrollo personal. Sí a la tecnología, sí a compartir, pero no a dejar de tratar con empatía a otras personas, y no al descontrol del uso del tiempo.
Conscientes de los riesgos. Existe el riesgo de estar siempre pendiente del dispositivo, y que ello conduzca a no estudiar, incumplir las tareas diarias o no atender en clase. Los hay aún peores, como ser víctima de ciberacoso o contactar con desconocidos.
Cuanto más tarde, mejor. En el cambio de Primaria a Secundaria es frecuente que los hijos reclamen un teléfono. A esa edad los niños están desarrollándose como personas, emocionalmente están inmaduros y su estabilidad está en constante riesgo de tambalearse. Mal utilizado, el teléfono es una fuente negativa para su desarrollo personal, pudiéndole crear ansiedad, inseguridad y obsesión, tanto en casa como en los centros escolares.
No pasa nada por ser el único de tu clase. Sucumbir al móvil por la presión social no es una buena idea porque enseñamos a los hijos a tomar las decisiones más comunes en su entorno social, sin una reflexión previa individual. No pasa nada por ser el único de la clase que no lleva móvil, sobre todo cuando la única motivación para llevarlo es que todos los llevan.
Sólo los fines de semana. Es conveniente fijarle reglas y pautas de uso, y lo mejor es que lo usen sólo los fines de semanas en un horario controlado y restringido.
Nunca el teléfono en la cama. Nunca. Aunque digan que están esperando un mensaje urgente, porque les crea ansiedad y problemas para conciliar el sueño.
El móvil se puede (y se debe) apagar. Es preciso concienciarles de que el teléfono debe estar apagado en clase y, al menos, en silencio en otros lugares, como la biblioteca.
Predicar con el ejemplo. Se educa con el ejemplo. Cuando los padres llegamos a casa, debemos dejar de lado el móvil y sólo usarlo en caso de necesidad y urgencia. Si nos ven utilizarlo de forma compulsiva, ellos harán lo mismo.
Tablet a cambio de tranquilidad. Debemos cuestionarnos el uso cada vez más frecuente de los dispositivos móviles como entretenimiento de nuestros hijos en algunas situaciones. Cada vez que entregamos un móvil a un niño para que se entretenga, mientras nosotros cenamos o charlamos con nuestros amigos, le estamos privando de la oportunidad de que se autocontrole, se socialice y aprenda a ser adulto.
